domingo, 20 de enero de 2013

El mundo de la mentira

(imagen tomada de http://ozgarden.bandcamp.com/)
Cada vez se me hace más patente el montaje y la mentira en la que vivimos inmersos. A veces me digo a mi mismo, que me lo tengo que creer un poquito; que tengo que pasar por el aro, porque si no, voy a pasarlo realmente mal. Sin embargo, mi propia naturaleza me obliga a mirar alrededor y repasar una y otra vez la mascarada, buscando un halo de verdad.
Encuentro que todo está inmerso en una construcción artificiosa que sirve para mantenernos anclados a este mundo, aferrados a lo que se nos hace nuestro  pero nos es ajeno, y nos es impuesto. Lo comercial nos maneja, manipula nuestros pensamientos. Ya está muy manido aquello de que el sistema, la sociedad, y todo lo que hay en ella, empezando por esa educación deshumanizada que enseña a los niños todo aquello que deberán ser, nos aleja de nuestra propia naturaleza, y nuestro propio ser. Habría que escribir tratados sobre nuestra naturaleza…para dirimir qué es exactamente aquello a lo que llamamos “nuestra naturaleza”, nuestro “yo”; porque al final resulta que nuestro “yo” es una construcción. Sin embargo, algo debe fallar, porque todos los días vemos choques entre esa construcción, las personas, y esa otra creación llamada sociedad, sistema, como se quiera llamar. Somos individuos que, aunque no lo sepamos (los que no lo saben), se encuentran en un mundo para el que no están hechos, en una naturaleza en la que no saben vivir. Somos náufragos de la vida, como decía aquel famoso escritor.
Y en ésta reflexión es dónde veo todo lo que me rodea como una gran mentira. Aquella mascarada que decía al principio. Y no sé discernir muy bien, qué mascarada está creada a propósito para manejar nuestras vidas  y cuál es la que es tan sólo consecuencia de la bola de nieve que hemos construido…o mejor dicho, han construido otros, porque yo no.
Como en una carretera, conducimos nuestras vidas por autopistas, autovías; a veces carreteras secundarias; en ocasiones pagando peajes y en otras saltándonos semáforos, STOPs, cedas el paso. Podemos tener accidentes, o conducir con responsabilidad. Podemos ir acompañados de una, dos, tres, o más personas. Muchas veces vamos solos, sintiendo la soledad, o a gusto con nuestra música. Sin embargo, esa misma sensación de ir sentado en un cubículo pequeño, tan sólo un asiento, a los mandos de un vehículo con múltiples posibilidades, pero siempre guiado. Siempre conduciendo por los caminos que otros han diseñado para mí. Siempre según sus reglas. Lo llaman libertad, pero sólo conoces lo que ellos quieren. Hay muchas carreteras, muchas vías por las que puedes pasar. Muchas más de las que te dará tiempo a rodar durante toda tu vida. Pero siempre, siempre, siempre, encerrado en una caja, a la velocidad permitida, ni muy despacio, ni muy deprisa; ellos ponen las reglas, los límites de velocidad, los movimientos permitidos…todo; por los caminos que debes ir. Te crean la ilusión de que eres libre, pero no es cierto. Y la gente se lo llega a creer. Y estás obligado, ya no a ceñirte a las vías, sino a seguir conduciendo el resto de tu vida. ¿De verdad crees que eres libre porque puedes cambiar de carril? Pobre desgraciado.  Y encima nos tenemos que sentir afortunados por tener gasolina, por tener coche, por estar en las vías y en movimiento. A lo largo del camino, te dan múltiples muestras de la gente que se encuentra en los márgenes de la carretera, sin poder moverse; sus vidas se vendieron hace mucho para poder construir la carretera, y para que tú puedas conducir. Porque al final, todo se reduce a los que conducen y los que no, a los ricos y a los pobres, a los fuertes y a los débiles, a los que portan las armas y a los que no….a los consumidores y a los productores. A los que deciden qué es legítimo y a los que no tienen ese poder. Nos hacen creer (¡y lo consiguen!) que todo lo que hay es porque lo hemos decidido entre todos, pero es mentira.
Somos seres pasivos. Tenemos la suerte de ser los consumidores de éste mundo. Nos crean apetitos, cada vez en mayor cantidad; apetito de entretenimiento, de consumo, de carne, de sexo, de religión, de descarga, de deporte, de….un sinfín de elementos. Una larga lista de opciones para pasar éste viaje lo más suavemente posible, entre la esclavitud del trabajo, y la del consumo (“trabajas de ocho a tres, y consumes de tres a ocho”). Somos pequeñas entidades preformadas en los colegios para servir, para cumplir las expectativas que tiene ésta sociedad de nosotros. Vivimos en pedazos de aire, trabajamos para fines que a veces desconocemos; para mover un capital que acabará en las manos de unos pocos, mientras desgastamos nuestras vidas en lo que nos dijeron una vez que era lo que había que hacer. Nuestros padres han desgastado sus vidas trabajando, consumiendo sus esperanzas, sus anhelos y sus sueños, muriendo con cada minuto un poquito. Cuántos de nuestros padres les conocimos con una sonrisa, con unos gustos por la música, por los libros, por los viajes, y un largo etc… y poco a poco vemos cómo pierden la fuerza, las ganas… ¿es normal perder la fuerza con la edad, o es que ésta sociedad quema hasta los huesos a los que viven en ella? La batalla está perdida.
Es todo un montaje, una puesta en escena. Somos parte del engranaje. No somos libres. Estamos atados a esto, y no queda otra.
Las armas matan a seres humanos en las guerras; las drogas consumen a los que se refugian en mundos paralelos en nuestras sociedades perfectas; el pescado tiene mercurio; la carne tiene hormonas y antibióticos; las frutas y verduras se riegan con aguas contaminadas; los alimentos sintéticos nos matan por dentro; la contaminación nos llega hasta los pulmones, y desde ahí a la sangre; el estrés nos provoca infartos de miocardio y cerebrales cada vez con más frecuencia; los cánceres aumentan de modo explosivo; cada vez más gente se siente sola, a pesar de vivir en la era de las comunicaciones y de las redes sociales; el mundo cambia muy rápido, en función de los criterios de unos pocos, mucho más rápido de lo que podemos adaptarnos a él; desconcierto, competitividad, agresividad, violencia, desasosiego; si no pagamos nos cortan la luz; si no pagamos nos cortan el agua; si no pagamos nos echan de nuestra casa; si no pagamos no podemos comer; si no pagamos no podemos formarnos para tener un trabajo para poder pagar otras cosas; si no pagamos nos quitan la dignidad; si no pagamos, no podemos desconectar; si no pagamos, tampoco podemos conectarnos; los mares contaminados; cada vez menos árboles, bosques del mundo esquilmados por entidades transnacionales que buscan el lucro…y para las que tenemos que demostrar nuestra valía, para que nuestro trabajo, sea valorado y podamos pagar; somos esclavos absolutos del capital, y está asumido; los otros seres vivos no significan nada para nosotros; los otros seres humanos, al final, no significan nada para nosotros;  todo según las reglas de unos pocos. Queremos huir, pero no podemos, porque tenemos que pagar. Y debemos mucho dinero; por nuestro sistema social (¿?), por el gasto de nuestros empresarios, por el gasto de nuestros políticos; por las decisiones de otros  yo debo dinero  y mis hijos lo deberán. Y mientras, consume; consume nuestras tortitas, compra Coca Cola, cómprate un Renault y serás libre, escucha ésta música, lee éste libro, ve ésta película; cómprate ropa nueva para valorarte, maquíllate, opérate, ve al gimnasio, intenta ser guapo, demuestra lo que eres, demuestra lo que eres, demuestra lo que eres, con la moda, con lo que llevas puesto, con tu cara, con tus músculos, con tu abrigo, con tu coche, con tus conocimientos, con tu casa, con tus hijos, con tu novia….demuestra lo que eres. Los negros, las mujeres, los gitanos, los ricos, los pobres, los chinos, los jóvenes, los que pagan y los que no, los ancianos, los religiosos, los ateos, los vagos, los altos, los guapos, los feos, los bajitos, los discapacitados, los políticos, los que tienen, los que no…diferencias, diferencias, diferencias, ¿tú que eres? ¿de qué bando eres? ¿de qué partido eres? ¿trabajas? ¿estudias? ¿Eres un nini? Vago!! Tienes que estudiar, y trabajar, y aprender idiomas……….no te puede afectar tanto que haya niños en el mundo que se mueran de hambre….siéntete afortunado, pero no lo pienses demasiado….eres libre, pero no puedes hacer lo que quieras, hay reglas…….es legal que te echen de tu casa, y del trabajo, y que te despiertes todos los días sin ganas de vivir, y que no entiendas dónde vives, ni por qué las cosas funcionan de una manera  o de otra, pero no es legal que te manifiestes cuando no está permitido, ni que revientes el cajero del banco que te ha quitado la casa….los políticos son corruptos, pero a alguien hay que votar…..
Todo, absolutamente todo es mentira. Es una aberración, una construcción deforme de lo que es vivir en el mundo. Todo está montado.  Y éste montaje, no funciona bien. Sólo para unos pocos. Somos esclavos de tantas y tantas cosas….
Yo veo el juego de toda la historia. Los fuertes oprimiendo o dominando a los débiles. El éxito de nuestra época, es que ésta vez, los encadenados se creen que son libres, y las cadenas se hacen invisibles a los ojos de los impávidos. A veces se ven, y entonces unos u otros procuran hacer la vista gorda y sentir el aire acondicionado en la cara, como si fuera el aire exterior que nos golpea, como una sensación de libertad ficticia.
Pero qué pesimista soy…el mundo no es tan negro. Dentro de la vida hay pequeñas alegrías, pequeñas cosas que te hacen feliz. Quizás es cierto. Quizás soy demasiado cómodo; me he ido por el camino fácil, el de ver las cosas de un modo, cuando tendrías que esforzarme como el resto en adornarlas, hasta que un día no me costara ningún trabajo.
 “Y entonces, ¿para qué vives, si lo ves todo así de horrible?” ¿Acaso me quitas tú el derecho a vivir porque veo petróleo donde tú ves sólo una mancha de aceite? Vivo, porque me gusta vivir. Esa es la diferencia entre un depresivo y uno como yo. El depresivo es infeliz, y mancha su visión de la vida con el fondo negro que tiene en su corazón. Al final, pierde las ganas de vivir, por ver las cosas tal como es, y no tal como son. Yo tengo muchísimas ganas de vivir, y de conocer, y de hacer; por ello, mi visión no está contaminada por una vida que no quiero, o con la que no estoy contento. Mi visión es normal, acorde a un pensamiento crítico….se podrá pensar distinto a mí, por supuesto, pero el que crea que esto funciona bien, o que no está tan mal, o no ha salido nunca de su pueblo, o es un adoctrinado, o es uno de esos que vive a costa del 80% de la población mundial junto a Botín. “No es sano estar bien adaptado a una sociedad enferma”.
“Mucho hablar, mucha teoría, pero poco cambiar las cosas”  En todo proceso de crítica y cambio, el sistema de análisis comienza con la observación del error y el posterior intento de subsanar el mismo. No se puede intentar subsanar el error sin haber observado el mismo con anterioridad. Imposible. El proceso es coherente con el sistema de análisis. Cuando halle una solución, ahí estará. Si no la encuentro, no se me puede culpar. En cualquier caso, mis palabras no pierden valor por ser mera teoría. De base, no tienen ningún valor, porque las palabras nunca han valido más que el papel en el que están escritas. Lo que vale es lo que transmite.