jueves, 17 de mayo de 2012

¿Hasta dónde llega el progreso?

En una conversación con un amigo, tomándonos unas cervezas ha salido el tema del capitalismo. Un tema peliagudo. No he querido continuar la conversación, porque siempre son los mismos argumentos a favor, siempre las mismas proclamas: tener en cuenta que gracias al capitalismo tenemos todas las comodidades, toda la tecnología, nuestro bienestar, y todo lo que amamos en nuestra sociedad. Y yo me pregunto dónde está la sociedad de bienestar habiendo tanta gente trabajando a destajo sin vida, para poder pagar sus gastos. Gente que ha trabajado desde los trece años, y que no se ha podido permitir lujos, y que nunca ha podido dejar de trabajar; claro está, su formación ha carecido de tiempo y dinero para crecer. Formación que por suerte o desgracia se ha requerido para tener un trabajo "digno" (me pregunto yo si ser camarero no es digno, y si no es así, entonces habrá que plantearse algunas cosas). Y realmente, tampoco es así. Entonces, yo me pregunto dónde está el sistema de bienestar, con los cánceres, los infartos, las isquemias cerebrales, las depresiones, las bajas autoetimas, la competición desalmada, la destrucción de los bosques, el consumo desaforado con esa falsa sensación de bienestar; con todo el tiempo dedicado a trabajar, con todos los sacrificios sin palmadas en la espalda, con un sistema jerárquico, en el que siempre tienes junto a tí a alguien a quien llamar "jefe"; con un precio para cada una de las necesidades básicas y no básicas, con la televisión, la radio y los periódicos mintiéndonos; con los plásticos, alimentos, bebidas y demás con componentes tóxicos, que poquito a poco nos matan; con la gente quemada por la vida; con el precio del barril de petróleo más elevado que el de un ser humano en Somalia. ¿Dónde está el estado de bienestar que el capitalismo nos promete?
Si existe el libre mercado, las empresas competirán por la rentabilidad, y la bajada de calidad de sus productos, provocando a todo el mundo cánceres y enfermedades desconocidas porque no quisieron gastarse ni un sólo chelín en asegurarse de que lo que nos vendían no perjudicaba la salud.
Por otro lado, la tecnología es un microscopio electrónico, ó un aparato de resonancia magnética, no una televisión de plasma, ó un teléfono de última generación.
¿Y qué comodidades? ¿Un robot que limpie el suelo de tu casa para que puedas trbajar una hora más? Ah, no, que eso es tecnología de última generación.

Pues no se yo si ésto me gusta, aunque un día de éstos nos quitarán el derecho a quejarnos por estar chupando de la teta del capitalismo una leche agria, a un precio muy elevado.

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